04 .11: Pre-Entrega (los trabajos se aceptan únicamente de 14:00 a 14:30 hs) presencial y obligatoria, con el 80% de la secuencia terminada y el resto planteado.
18.11: Entrega (los trabajos se aceptan únicamente de 14:00 a 14:30 hs).
30.10.08
14.10.08
Textos-guía para el trabajo final
[ 1 ] Borges y yo
Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página.
[ 2 ]
La llegada al lugar no era para nada normal. Las miradas, el silencio, hacían cada paso presente. La tensión era algo nuestro. Tal vez sabían lo que traía entre manos.
Tomé asiento y esperé. Cada uno hizo lo suyo, nada distendió el ambiente. Al cabo me toco a mí. La negociación no era un trato justo pero cuántas opciones le quedan a un hombre en esa situación. Hubiera preferido otro lugar. Cerré los ojos, me contuve, me aferré a eso que traía conmigo para que todo desapareciera. Uno razonablemente tiene que hacer ciertas cosas irracionales.
Me expuse a la pérdida. Difícilmente tenga el coraje de dar sentido a esto. El espacio, el hecho se manifestaban como uno. Desaparecida la perturbación, ya no quedaba nada. Aun no sé si dejé o perdí todo lo que llevaba. Salí de allí.
El silencio poco a poco dejaba de reinar aunque no en mí. Era la calma de algo que recién empezaba.
Tomé asiento y esperé. Cada uno hizo lo suyo, nada distendió el ambiente. Al cabo me toco a mí. La negociación no era un trato justo pero cuántas opciones le quedan a un hombre en esa situación. Hubiera preferido otro lugar. Cerré los ojos, me contuve, me aferré a eso que traía conmigo para que todo desapareciera. Uno razonablemente tiene que hacer ciertas cosas irracionales.
Me expuse a la pérdida. Difícilmente tenga el coraje de dar sentido a esto. El espacio, el hecho se manifestaban como uno. Desaparecida la perturbación, ya no quedaba nada. Aun no sé si dejé o perdí todo lo que llevaba. Salí de allí.
El silencio poco a poco dejaba de reinar aunque no en mí. Era la calma de algo que recién empezaba.
[ 3 ]
Cuando entro en una sala grande y desnuda a la hora del crepúsculo
y todo es silencio
tiene ella para mí la estructura de un alma
Es vaga y polvorienta y mis pasos producen ecos extraños
como los que ecoan en mi alma cuando ando
por sus ventanas tristes entra la luz adormecida de fuera
y proyecta en la pared oscura de enfrente las sombras y las penumbras
Una sala grande y vacía es un alma silenciosa
Y las corrientes de aire que levantan polvo son los pensamientos
Fernando Pessoa
y todo es silencio
tiene ella para mí la estructura de un alma
Es vaga y polvorienta y mis pasos producen ecos extraños
como los que ecoan en mi alma cuando ando
por sus ventanas tristes entra la luz adormecida de fuera
y proyecta en la pared oscura de enfrente las sombras y las penumbras
Una sala grande y vacía es un alma silenciosa
Y las corrientes de aire que levantan polvo son los pensamientos
Fernando Pessoa
[ 4 ]
Las doce.
A lo largo de los cauces de la calle
sostenidos en síntesis lunar,
susurrando encantamientos lunares,
se disuelven los suelos de la memoria
y todas sus claras relaciones,
sus divisiones y precisiones,
cada farol que dejo atrás
resuena como un tambor fatalista,
y a través de los espacios de lo oscuro
la medianoche sacude la memoria
como un loco agitando un geranio muerto.
A lo largo de los cauces de la calle
sostenidos en síntesis lunar,
susurrando encantamientos lunares,
se disuelven los suelos de la memoria
y todas sus claras relaciones,
sus divisiones y precisiones,
cada farol que dejo atrás
resuena como un tambor fatalista,
y a través de los espacios de lo oscuro
la medianoche sacude la memoria
como un loco agitando un geranio muerto.
T. S. Elliot
[ 5 ]
Una pierna se apoya, la otra está en el aire. Entonces espero naturalmente empezar a volar. Es decir… entonces vuelo, estoy volando. Poder moverse. Simplemente así.
Y por fin se vuela. Se estrella uno contra algún sitio. No hace daño. No, es una cosa agradable, de repente desplomarse y algo así. Desplomarse así de repente en un remolino. Sí, claro, entrar de narices, caer de narices en la mierda.
Alexander Kluge, “Los artistas bajo la carpa de circo, perplejos” (fragmento)
[ 6 ] El toro
Y por fin se vuela. Se estrella uno contra algún sitio. No hace daño. No, es una cosa agradable, de repente desplomarse y algo así. Desplomarse así de repente en un remolino. Sí, claro, entrar de narices, caer de narices en la mierda.
Alexander Kluge, “Los artistas bajo la carpa de circo, perplejos” (fragmento)
[ 6 ] El toro
En el fin de la luna de xabán del año 158, el aire del desierto estaba muy claro y los hombres miraban el poniente en busca de la luna de ramadán, que promueve la mortificación y el ayuno. Eran esclavos, limosneros, chalanes, ladrones de camellos y matarifes. Gravemente sentados en la tierra, aguardaban el signo, desde el portón de un paradero de caravanas en la ruta de Merv. Miraban el ocaso, y el color del ocaso era el de la arena.
Del fondo del desierto vertiginoso (cuyo sol da la fiebre, así como su luna da el pasmo) vieron adelantarse las tres figuras, que les parecieron altísimas. Las tres eran humanas y la del medio tenía cabeza de toro. Cuando se aproximaron, vieron que éste usaba una máscara y que los otros dos eran ciegos.
Alguien (como en los cuentos de las 1001 Noches) indagó la razón de esta maravilla. Están ciegos, el hombre de la máscara declaró, porque han visto mi cara.
Jorge Luis Borges, en Historia universal de la infamia
30.9.08
Ejercicio 2
Elegir una secuencia de las 4 propuestas y seleccionar 6 cuadros o reencuadres (es decir, tomando la totalidad del cuadro o un reencuadre) y establecer un orden del relato entablando relaciones de continuidad formales y narrativas para que funcionen como una unidad. Se puede modificar el color de las imágenes para emparejarlas.




Ejercicio 1
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